La eternidad es un concepto intrigante que ha sido discutido y debatido a lo largo de la historia. Según la Biblia, la eternidad se refiere a una existencia sin fin, tanto en el pasado como en el futuro. A través de sus enseñanzas, la Biblia nos revela diferentes perspectivas sobre la eternidad y cómo se relaciona con la humanidad.

La eternidad en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, encontramos referencias a la eternidad en varios pasajes. Por ejemplo, en el libro de Isaías 57:15, se dice: «Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es Santo». Esta referencia muestra a Dios como un ser eterno, que trasciende el tiempo y el espacio.

Otro pasaje que habla de la eternidad se encuentra en el Salmo 90:2, donde se dice: «Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios». Aquí se destaca la idea de que Dios existe desde siempre y para siempre, sin principio ni fin.

La eternidad en el Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, la enseñanza sobre la eternidad se profundiza aún más. En Juan 3:16, uno de los versículos más conocidos de la Biblia, se dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna». Aquí se presenta la promesa de vida eterna para aquellos que creen en Jesús.

Otro pasaje importante es 2 Corintios 4:18, que nos dice: «No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas». Esta enseñanza nos muestra que lo que es visible y tangible en este mundo es temporal, mientras que lo espiritual y eterno trasciende más allá de nuestra realidad terrenal.

Conclusión

La Biblia nos muestra que la eternidad es un concepto profundo y misterioso que va más allá de nuestra comprensión. A través de sus enseñanzas, aprendemos que Dios es eterno y que ofrece la vida eterna a aquellos que creen en Él. La eternidad no solo se refiere a una existencia sin fin, sino también a una relación íntima y eterna con nuestro Creador.

 

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