Según la Biblia, el legalismo se refiere a una interpretación estricta y rigurosa de las leyes y reglas religiosas. Es una actitud o mentalidad que enfatiza el cumplimiento externo de las normas sin considerar el corazón y la motivación detrás de las acciones. El legalismo puede llevar a una mentalidad de autosuficiencia y autojustificación basada en el cumplimiento de reglas y rituales, en lugar de confiar en la gracia y el perdón de Dios.
Ejemplo 1: Mateo 23:23
En este pasaje, Jesús critica a los fariseos por su enfoque legalista de la ley. Les dice: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe» (Mateo 23:23, Reina-Valera 1960). Aquí, Jesús muestra que el legalismo puede llevar a una falta de comprensión de los principios más importantes de la ley, como la justicia y la misericordia.
Ejemplo 2: Gálatas 2:16
En este versículo, el apóstol Pablo habla sobre la incapacidad del legalismo para justificar a una persona delante de Dios. Él escribe: «sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo» (Gálatas 2:16, Reina-Valera 1960). Aquí, Pablo enfatiza que la justificación y la salvación no provienen del cumplimiento de la ley, sino de la fe en Jesucristo. El legalismo puede llevar a confiar en las obras en lugar de confiar en la gracia de Dios.
Ejemplo 3: Colosenses 2:20-23
En estos versículos, Pablo advierte contra la adopción de reglas y regulaciones religiosas como medio de alcanzar la santidad. Él dice: «Si habéis muerto con Cristo a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres); los cuales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad fingida, y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne» (Colosenses 2:20-23, Reina-Valera 1960). Aquí, Pablo muestra que el legalismo puede parecer sabio y espiritual, pero en realidad no tiene poder para transformar el corazón o controlar los deseos pecaminosos.