La pregunta planteada es si todos somos hijos de Dios según la Biblia. Para responder a esta pregunta, es importante analizar los contenidos de la Biblia en sus diferentes versiones y examinar los textos relevantes. A continuación, se presentarán algunos ejemplos de dichos textos que respaldan la afirmación de que no todos somos hijos de Dios según la Biblia.
Ejemplo 1: Juan 1:12-13 (Nueva Versión Internacional)
En el Evangelio según Juan, se menciona que «a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios» (Juan 1:12, NVI). Este pasaje indica que aquellos que creen en el nombre de Dios pueden convertirse en hijos suyos. Por lo tanto, no todos son hijos de Dios automáticamente, sino que es necesario recibirlo y creer en él.
Ejemplo 2: Romanos 8:14-17 (Reina-Valera 1960)
En la carta de Pablo a los Romanos, se menciona que «todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, ellos son hijos de Dios» (Romanos 8:14, RVR 1960). Aquí se establece que únicamente aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios pueden ser considerados como hijos de Dios. Esto implica que no todos son hijos de Dios, sino solo aquellos que siguen y obedecen al Espíritu Santo.
Ejemplo 3: Efesios 2:3-5 (La Biblia de las Américas)
En la carta a los Efesios, Pablo menciona que todos éramos «hijos de ira» por naturaleza (Efesios 2:3, LBLA). Sin embargo, a pesar de nuestra condición pecaminosa, Dios, que es rico en misericordia, nos amó y nos dio vida junto a Cristo. Este pasaje sugiere que no todos somos hijos de Dios desde el principio, sino que somos hechos hijos por la gracia y el amor de Dios a través de la fe en Cristo.
Ejemplo 4: Mateo 13:38 (Santa Biblia, Antigua Versión de Casiodoro de Reina)
En el Evangelio según Mateo, Jesús habla de la parábola del trigo y la cizaña. En este pasaje, se menciona que «el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo» (Mateo 13:38, RVA). Aquí se establece una distinción entre los hijos del reino (aquellos que siguen a Dios) y los hijos del malo (aquellos que no lo hacen). Esto respalda la idea de que no todos son hijos de Dios, sino que hay una separación entre los que pertenecen al reino de Dios y aquellos que no lo hacen.
Conclusión
Basándonos en los textos presentados, podemos concluir que no todos somos hijos de Dios según la Biblia. La condición de ser considerado hijo de Dios implica recibirlo, creer en él, ser guiado por el Espíritu Santo y pertenecer al reino de Dios. Estos ejemplos muestran que la filiación divina no es automática, sino que requiere una respuesta de fe y obediencia por parte del individuo.